Eran los años de 1987, nuestra ciudad Medellín, aquejada por la indolencia de la guerra entre carteles no dejaba espacio para el sosiego, estas pulsiones mortíferas no permitían que niños, jóvenes y adultos permanecieran en la calle (el lugar de juegos, diálogos, juerga, el espacio donde nuestra comunidad se expresa de forma vital), ya que el toque de queda no oficial entraba en vigencia cada día y a toda hora; las calles se fueron oscureciendo, el temor se apoderaba de las gentes, la muerte se agazapaba en las esquinas esperando el corazón de un joven, que por el hecho de vivir en la comuna ya cargaba con el estigma del sicario, del violento asesino en moto, del “Pelaíto que no duró nada”, del “No Nacimos Pa'semilla”; y aquí si vale decir que la vida no valía nada y a nadie le importaba qué ocurría con los otros muchachos que habitaban las calles y casas que cuelgan de estas laderas.
El barrio Santa Cruz donde caminamos, de niños, luego de jóvenes y ahora de adultos, surge de un proceso de poblamiento subnormal, en la década de los cuarenta, en esa época toma por nombre barrio Moscú; con un referente cultural que ha pesado en su historia y por ende ese asunto se traslada a sus habitantes, ya que en sus cercanías funcionó hasta bien entrados los 70's una zona de tolerancia, cantinas y burdeles eran los espacios para la diversión de las personas que fueron poblando estos sectores; ésta zona también la constituían fincas de recreo de las personas pudientes de la Villa. Todos estos elementos daban cuenta de un símbolo cultural bien complejo, todos iban de paso y esto generaba un tejido social del desarraigo, del nomadismo; tejido que impidió durante muchos años generar esa cultura de barrio donde no solamente se duerme, sino que se construye vida e historia. Así, los burdeles eran los referentes reales del barrio, "Bolebar", "El Tetero", "Tango Bar", "Copinol" y otros que marcaban la zona. Cuando se construyeron, también destruyeron la memoria de la infancia del barrio, infancia de la que sólo quedó "Copinol 2", la actual sede de Nuestra Gente.
En medio de la muerte y la tristeza causada por la barbarie, surge este proceso creativo denominado Corporación Cultural Nuestra Gente, en él participan aquellos otros jóvenes, los olvidados por el sistema, los sumergidos en el trasfondo del barrio, los seres soñadores, los cargados de esperanza, esa que nace de la unión, del esfuerzo comunitario, del encuentro creativo, de aquella vibración que hace posible que algunos jóvenes de las comunas de Medellín, opten por el arte y la cultura como una oportunidad de generar espacios de alegría y vida.
Los hechos de violencia se vieron contrapuestos por las diversas expresiones artísticas y culturales que se compartían y comparten con nuestra comunidad en los Festivales de la Cultura y la Alegría , en la Fiesta de los Abuelos, de los Niños, de las Madres, de las Mujeres, de los Hombres, eventos que convocan a la gente entorno a expresiones que surgen del corazón del barrio, productos artísticos elaborados por niñas, niños, jóvenes y adultos, dan cuenta de que ésta comunidad es arte y parte de la vida y no de la “cultura de la muerte”.
“La Corporación Cultural Nuestra Gente, es un proyecto social construido con la savia del amor que procuran mujeres y hombres que viven una experiencia solidaria llamada cultura”.
La CORPORACIÓN CULTURAL NUESTRA GENTE, es una institución sin ánimo de lucro, de derecho privado, organización de base que nace en 1987, animada por la necesidad de unir esfuerzos, inicialmente de jóvenes de la Comuna Nororiental de Medellín; luego las niñas y los niños, abuelas y abuelos propusieron una urgencia fundamental: “Dar cuenta de lo positivo de nuestros barrios y de cómo el arte y la cultura son el sentido de expresión vital de sus habitantes”.
Es así como Nuestra Gente lleva 30 años desarrollando de forma permanente procesos que contribuyen al Desarrollo Local de la Comuna 2 Santa Cruz, y la Zona Nororiental de Medellín. Desde un trabajo comunitario, humano y social que ha sido entendido como una opción de vida para niñas, niños, jóvenes, adultos y adultos mayores que ha ampliado en la gente el sentido de lo bello, del ser, del sentir y del estar juntos de manera respetuosa, mediante propuestas artísticas de teatro, música, danza, literatura, de comunicación, planeación del territorio, activación y recuperación de la memoria viva, valoración del patrimonio cultural por medio de estrategias como intercambios, seminarios, foros, muestras, actos de la memoria, barricadas de historias, jornadas amar-i-lla, comparsas, festivales y encuentros artísticos.